No le debo nada al mundo

Escucho quejidos de mi voz interior pidiéndome desesperadamente que me quiera. Que me quiera, joder. No tiene que ser tan complicado. 

Pero en realidad no sé ni por dónde empezar.

En mi mente se presenta utópica aquella posibilidad de poder alcanzar ese día. Ese día, en el que realmente me cuide, me mime, valore todo mi interior, como la facilidad que poseo en sentir tan placentero el interior de los que aprecio. Tan utópico, que ojalá pronto acabe consiguiendo ser mía, muy mía. 

Tan mía, que experimente la sensación de que no le debo nada al mundo, que todo me lo debo a mí. Que ya es hora.

Quizás sea esto lo que calibra uno de mis puntos cardinales, quizás sea la causa que me hace perder la dirección  hacía el mundo y me haga escoger el camino que me está guiando a encontrar mi propio Norte.

La coraza que flanquea cada  uno de mis extremos, ya no es la que era antes, y así me va; no te pierdas a ti misma por otra persona, susurra. Pero... como no lo voy a hacer, si me he visto en tus ojos y temblaba. Como no voy a engancharme, si con esa jodida mirada me atraviesas sin necesidad de rozarme.

Realmente no me importa sentir todo esto, porque sé que amo ser tan empedernida en esto de soñar e idolatrar la vida, que no me arrepiento de ser así. Pero como nadie me garantiza nada, yo no le debo nada al mundo, ahí queda la esperanza de que algún día sepan devolvérmelo. En forma de mundo o siendo mi mundo, quién sabe.

No le debo nada al mundo, así que imagínate a ti.


Con mucho, mucho corazón.

Anna

Comentarios

Entradas populares