Ramé

Decidí asignar a mi vida un nombre propio, porque realmente lo merecía: Ramé.
¿Su significado? Algo caótico y hermoso al mismo tiempo.

Una palabra con personalidad y luz propia, no posee ningún sinónimo para poder ser traducida, es única y exclusiva, así pues elección correcta.

Soy un completo caos, ruina, confusión absoluta como prefieras etiquetarlo. Soy como el silencio cuando entra sin pedir permiso, toma la palabra y no para de gritar.

Mi cabeza ha pasado tanto tiempo centrifugando los aspectos vividos, que a la hora de tender en la calle todos ellos, han acabado destiñendo e incluso encogiendo su tamaño. Enserio, no he aprendido aún a lavar mis pensamientos.

Amo la vida, pero odio vivir sus malos días.

En general, soy tan presa de este mundo, como libre me siento, sin ningún tipo de ataduras que opriman realizar lo que yo quiero.


Siendo sincera, me encanta ser así. Puede ser que grite en silencio cuando menos tengo que callar, pero la verdad es que el que calla otorga y la mayoría de veces, por no decir siempre, me sirve para crecer inmensamente como persona. Mi lavadora mental necesita una revisión, es cierto, pero acabas dándote cuenta de que tus pies solo sirven para tropezarte o salir corriendo para huir. Opto por volar, y lo que surja.
Así pues, mi libertad está relacionada con esto último, porque conoceré y seré consciente de todas las cadenas que pueden echarme al cuello, pero siempre intentaré que tan siquiera tengan la puntería correcta de tocarme.
Terminé amando la vida, increíblemente preciosa. Pero he sido consciente de que todas las situaciones que no deseo volver a pasar por ellas nunca o las que ni siquiera desearía a mi peor enemigo, son imprescindibles siempre para darse cuenta de lo bonito que es el resto.

Ramé posiblemente también seas tú,
y sí, Ramé soy yo.

Con mucho, mucho, corazón.


Anna

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